domingo, 10 de marzo de 2013

EL VOTO DE LAS MUJERES


La lucha por el voto constituye una de las manifestaciones más significativas del movimiento que llevó a las mujeres de Europa y América del Norte a organizarse para lograr la emancipación de su sexo desde mediados del siglo XIX. Para estas mujeres no se trataba tan sólo de conseguir el sufragio, sino de batallar por la igualdad jurídica y el derecho a la educación, al trabajo y a la administración de sus propios bienes.
Propósitos todos que, en la era del liberalismo burgués, únicamente podían ser conseguidos mediante la plena participación política en las instituciones parlamentarias y que, en consecuencia, auspiciaron la formación de numerosas asociaciones sufragistas, verdadera punta de lanza del feminismo y, sin duda, su imagen más combativa.El proceso no había sido casual ni repentino. Una multitud de factores, (económicos, sociales, políticos y culturales), había tenido que concurrir para que las mujeres empezaran a cuestionar su secular rol de hijas, esposas, madres, siempre necesitadas de protección del varón, denunciaran el estado de inferioridad en que se hallaban y elaboraban propuestas para cambiar su situación.El feminismo, entendido como doctrina de la igualdad de derechos para la mujer basada en la igualdad de los sexos, encuentra su precedente ideológico en las reflexiones intelectuales de los ilustrados del siglo XVIII; en los filósofos de las luces que, en su curiosidad enciclopédica, se preguntaron por la naturaleza y el papel de la mujer, en la sociedad.Si como ellos afirmaban, el descubrimiento de la verdad sólo podía ser fruto de una investigación libre y razonada, y debía conducir a eliminar cuantas trabas e instituciones dificultaban su aplicación, no puede extrañar que, consecuentes con la premisa de que todos los seres humanos están igualmente dotados de razón, proliferaran en Francia, a finales de ese siglo, escritos que abogaban por un cambio en la situación y derechos de la mujer. Los sucesos revolucionarios permitirían las primeras cristalizaciones públicas de estas ideas.

María Colina de Gotuzzo:
Fue una de las nueve mujeres.

El 28 de julio de 1956, llegaron por primera vez al Parlamento nueve mujeres. Fue entonces todo un acontecimiento y la curiosidad en la gente por ver a las diputadas muy grande. Una de ellas fue María Colina de Gotuzzo, hoy una abuelita de 75 años de edad que, alejada del vértigo de la política, recuerda aquel día como una cosa muy pomposa y, sobre todo, emocionante. "de todas ellas solamente quedamos cuatro. Todavía Dios quiere mantenerme con vida".